Los pueblo aborigenes


Extraños en su patria"Coya" Ilustración de Gabriela Varela

Los primeros americanos llegaron desde Asia, en pequeños grupos que buscaban ampliar sus cotos de caza aprovechando los puentes terrestres que afloraban en Beringia durante las glaciaciones ocurridas hace entre 40 y 10 mil años atrás uniendo Siberia con el noroeste de Alaska.

Se expandieron por el inmenso territorio formando grupos diferenciados en función de su adaptación a los climas y geografías que encontraban, tempranos contactos transoceánicos completaron el mapa de las culturas originarias de América.

Poco se parecían las sociedades nativas dispersas en el continente, se calcularon hasta 123 familias lingüísticas. La América indígena estaba más fragmentada que en cualquier otra parte del mundo, pero en general con amor, cuidado, respeto y temor a la "Madre Tierra", en un marco de elevada espiritualidad y dentro de las tradiciones heredadas de sus ancestros, hicieron posible la vida comunitaria, y del destino colectivo un proyecto por el cual valía la pena ser un miembro de esas sociedades.

Eran lo que fuimos desde nuestra aparición: una especie formada principalmente por cazadores, recolectores y productores de alimentos. Con disputas internas de poder y ambiciones de expansión y dominio de territorios y recursos, la guerra era una tarea prácticamente cotidiana: luchaban o desaparecían.

Había alianzas y rivalidades, algunas etnias sobresalieron por su beligerancia: Los Inuit barrieron de las costas del Ártico las culturas existentes. Los Kikapúes desde los bosques canadienses se desplazaron hacia el norte de México dejando amargos recuerdos en los anales de las tribus que encontraban en su paso. Procedentes de Sudamérica, grupos Caribe desalojaron las poblaciones de las Antillas. Los Incas desde el Cuzco se expandieron por toda la región andina. Los Mapuches absorbieron a los Tehuelches en la Patagonia. Los Aztecas tenían sus "Guerras Floridas", donde no terminaban de sojuzgar a algunos pueblos para tener a mano futuros prisioneros a ser sacrificados.

En este contexto grandes artistas, arquitectos, ingenieros, médicos, matemáticos, astrónomos, sacerdotes y educadores alcanzaron logros sorprendentes utilizando ingeniosas tecnologías para aprovechar todos los recursos disponibles.

7.000 años antes de Cristo domesticaron el maíz, cultivo que se expandió con variaciones por todo el continente. Mesoamérica cuna de las ciencias amerindias, contaba con un sistema de escritura altamente desarrollado, fue allí donde surgió el concepto del número cero tal y como lo conocemos hoy, además trazaron admirablemente el curso de los astros, previendo fielmente los eclipses solares y lunares y confeccionando precisos calendarios.

En los Andes la industria náutica era formidable, con juncos de totora o madera balsa y velas tejidas de algodón construían grandes embarcaciones que guiándose por el movimiento de los astros y el conocimiento de de las corrientes marinas desarrollaban largas travesías; se cree que para la época en que Colón llegaba a América, Tupac Inca Yupanqui lo hacía a la Polinesia.

Los Incas hicieron caminos que integraban todo el Imperio a lo largo y a lo ancho. Atravesaban montañas con alturas mayores a los 5.000 metros, que salvaban con puentes colgantes fabricados con fibras vegetales, tres o cuatro sogas gruesas unidas y cubiertas con esteras y barro formaban una plataforma sobre la cual se podía caminar perfectamente. El "Camino Real", el más importante cubría una longitud de 5.200 km. uniendo Ecuador con Argentina pasando por Cuzco.

Los conocimientos hidráulicos les permitieron la irrigación y el cultivo con construcciones monumentales. Desarrollaron una manera de registrar cantidades mediante un sistema de numeración decimal posicional: un conjunto de cuerdas con nudos que denominaban "quipus". Poseían instrumentos para pesas y medidas.

Si bien muchas culturas tenían una arquitectura basada en el uso de materiales perecederos, hubo otras como los Indios Pueblo del desierto norteamericano que tenían poblados con casas sólidas y compactas de varias habitaciones hechas de piedra y adobe. Construcciones como Machu Pichu y Chichén Itzá (hoy declaradas "Nuevas Maravillas del Mundo") son testimonio del desarrollo alcanzado.

La Confederación Iroquesa en la región de los Grandes Lagos, constituyeron la más antigua democracia participativa de América. Benjamín Franklin quien tuvo trato directo con ellos en 1753, destacó el grado de autonomía individual y la igualdad entre hombres y mujeres que gozaban sus integrantes y que era desconocida en Europa. Los jefes iroqueses dentro de la sala del Congreso en vísperas de la Independencia Americana muestran el impacto de sus ideas en los congresales.

Entre sus culturas hubo canibalismo, grupos de reducidores de cabezas y sacrificios humanos. La antropofagia fue la gran excusa que encontraron los españoles para arrasar los territorios, por esas prácticas Isabel la Católica autorizó en 1503 su persecución. En realidad era ritual en la mayoría de las razas, y en unas pocas como los Caribe una fuente de alimento.

Por todo el continente quedaron vestigios de la elaborada artesanía, funeraria y orfebrería, que desarrollaron los nativos; la última les jugó en contra, el conocimiento por parte de los europeos abrió su codicia. Otros dos elementos culturales les serían negativos en su contacto con los nuevos extraños hombres: la rueda y la metalurgía. La primera de múltiples usos esenciales en el desarrollo del progreso humano, la utilizaban solamente para juguetes; los metales no los empleaban como materiales para los elementos de combate significando una desventaja ante los recién llegados con siglos de experiencia en su uso.

La Historia de la Humanidad discurre entre guerras y calamidades humanas, el "Encuentro de dos culturas" entre el Viejo y el Nuevo Mundo se desarrolló dentro de esos parámetros. Para los europeos que se sentían el centro del universo, las cosas comenzaban a existir cuando ellos las conocían, para los amerindios sería el trágico descubrimiento de que se terminaban los tiempos en que podían decidir por su cuenta su vida, su forma de pensar, de producir, y su religión.

América para esos momentos tenía una población mayor a la europea, Tenochtitlán era la ciudad más poblada del mundo, y tal vez la más bella y organizada. Ya para el año 1.000 Cahokia en los valles del Mississippi con 20.000 habitantes competía con las ciudades europeas más importantes.

La superioridad armamentista no explica como unos cientos de europeos pudieron en corto tiempo aniquilar a millares de indígenas, tampoco las profecías mitológicas acerca de la futura llegada de dioses blancos, o el estupor y horror que le producían los caballos a los que nunca habían visto. Hubo otras causas: la falta de unidad nativa y fundamentalmente las epidemias.

Élites oriundas inmersas en disputas de poder creyeron encontrar aliados en los recién llegados para resolverlas a su favor. Así pasó con Cortés y los Aztecas, Pizarro y los Incas, o Valdivia y los Mapuches. El cacique taino Guancanagarí se había mostrado complaciente y generoso con Colón, colaborando en la construcción con los restos de la nave Santa María de el "Fuerte de la Navidad" en sus territorios, pensando en la utilidad que le daría en las peleas que tenía con otros jefes cercanos. Los colonos ingleses, franceses y holandeses en Norteamérica, pertrechaban alternativamente tribus para que los protegieran de otras.

Fueron los "aliados biológicos", los socios vitales para la conquista de América. Los europeos llevaron la viruela, el sarampión, la malaria, el tifus y la varicela, enfermedades ausentes hasta entonces y para las que no tenían defensas. Miles de indígenas fueron muriendo conforme se abrían paso por el territorio; las cifras manejadas indican que hasta el 90% de las muertes fue por esa causa. En esas condiciones la posibilidad de que se mantuvieran en pie las culturas desarrollados autónomamente por milenios, era ilógica. Cuando Cortés preparaba su ataque a Tenochtitlán, la ciudad perdía el 30% de sus habitantes en una epidemia de viruela, la que también devastaría el Imperio Inca dos años antes que llegara Pizarro.

Estos hechos no exoneran de responsabilidad a los invasores, por el contrario la potencian con el cruel tratamiento a la masa de la población nativa (explotación, hambrunas, migración forzada con separación de familias) y la devastación ecológica.

Sobran ejemplos sobre las actitudes hipócritas de los europeos, uno emblemático incluso por como ha pasado a la historia es el de los colonos que en el año 1620 llegaron a las costas de Massachussetts con el propósito de establecer la Colonia de Plymouth. El riguroso invierno los tomó por sorpresa, los indios Wampanoag les proveyeron ayuda y alimentos, les enseñaron a cultivar y sobrevivir en el duro territorio. En otoño de 1621 con la primera cosecha recolectada, compartieron sus frutos con los nativos. El gobernador proclamó "un día de dar gracias al Señor para que podamos de una manera más especial regocijarnos después de haber recogido el fruto de nuestro trabajo". Desde ese momento, la comunidad estadounidense festeja el cuarto día jueves del mes de Noviembre como el día de "Acción de Gracias". El tema es que apenas se sintieron fuertes salieron a expulsar y exterminar a los nativos; la sustitución del uso indígena extensivo del territorio por las formas europeas de economía intensiva implicaba deshacerse de ellos, aun dejando de lado la convicción de los colonos de que Dios les había concedido el país exclusivamente a ellos.

Hecho pie en América, la ocupación se difundió por todo el continente. Su motor era la fortuna fácil, innumerables expediciones se iniciaron para ir en descubrimiento míticos lugares con riquezas fabulosas, querían encontrar El Dorado, La ciudad de los Césares, La fuente de la juventud, o Las siete ciudades de Cíbola. No hallaban indicios de lo que buscaban con tanto entusiasmo y afán, pero se iban asentando en las más diversas comarcas.

La Iglesia tardó 45 años en reconocer a los nativos americanos como seres racionales, inicialmente los consideró "aparentemente humanos" mientras adaptaba sus manuales doctrinarios. Esa raza, distinta, que se les presentaba por primera vez, habitando una extensa parte del mundo, rodeada de animales y vegetales, en muchos casos diferentes a los que ellos conocían, hablaba lenguas extrañas, con costumbres y ritos desconocidos, eran los antípodas, los hombres de los que había hablado San Agustín, que según él, no podían existir, porque provendrían de otra creación que la de Adán.

El papa Alejandro VI aprobó sin reservas la intención de los reyes de España de someter a los indígenas para convertirlos más fácilmente a la religión cristiana, como un acto de "piedad religiosa".

Aunque los imperios se construyen a menudo con la ayuda de las armas, ellas no bastan para mantenerlos, como recuerda un dicho de tiempos napoleónicos: "Puedes hacer cualquier cosa con una bayoneta, salvo sentarte en ella", entonces aparecieron las reflexiones filosóficas que justificaban la invasión.

A mediados del siglo XVIII surgió la teoría de la debilidad americana de la mano del naturalista francés Georges Louis Leclerc, conde de Buffon, decía que continente nuevo significaba inmaduro, que el hombre no había tomado posesión de él y acaso lo haga el futuro "Dentro de algunos siglos, cuando se hayan roturado las tierras, talado los bosques, encauzado los ríos y controlado las aguas, esta misma tierra ha de devenir la más fecunda, la más sana y la más rica de todas ...", mientras tanto solo existiría inmadurez, incapacidad para el progreso, para alcanzar un alto grado de civilización; por lo tanto sus hombres "son física y espiritualmente disminuidos".

El erudito holandés Cornelius de Pauw continúa la idea, y en una confusa mezcla de detalles absurdos y lascivos, describía a los nativos americanos como salvajes degenerados, bestias que odian las leyes de la sociedad y los frenos de la educación.

La teoría sería revitalizada por el filósofo alemán Friedrich Hegel quien sostenía que las etnias de México y Perú eran "culturas naturales que tuvieron que fenecer al contacto con el espíritu europeo". Y entre otros disparates: "América se ha mostrado y aún hoy se muestra física y espiritualmente impotente". "Sus leones, tigres y cocodrilos si bien se parecen a los homónimos del Viejo Mundo son en todo respecto más pequeños, más débiles y menos poderosos". "Los indios carecen no sólo de espíritu sino también de energía instintiva hasta el punto que como recuerdo haber leído, un sacerdote tenía que recordarles con un campanazo el cumplimiento de sus deberes maritales, cosa que a ellos por sí solos no se les ocurriría". "Su inferioridad en todo sentido, incluyendo el de la estatura, es tan grande que hizo necesaria la traída de negros africanos mucho más receptivos a la cultura europea que los indios"."Así las cosas pasará mucho tiempo antes de que los europeos logren infundirles un poco de sentimiento de dignidad personal".

Pero pronto una nueva corriente intelectual de pensamiento dominaría Europa: La Ilustración o Siglo de las luces, impulsada por un grupo de filósofos franceses entre los que se destacaban Diderot, Voltaire, Montesquieu y Rousseau, que coincidían en la valoración de la inteligencia humana, de la razón, como instrumento que puede desvelar los secretos de la naturaleza y proporcionar técnicas que enriquezcan las condiciones materiales de la humanidad y mejoren éticamente a los humanos. A través de la educación puede conseguirse el progreso global de la humanidad. Frente al cristianismo que considera el paso por el mundo como una estancia temporal en un "valle de lágrimas", La Ilustración es una ideología optimista que pretende que los seres humanos se liberen de todos aquellos obstáculos que impiden el bienestar y la felicidad en la tierra, más que un conjunto de ideas fijas implicaba una actitud, un nuevo método de pensamiento.

Entre el taino Hatuey quemado en la hoguera en 1512 y el inca Tupac Amaru II intentado descuartizar y finalmente decapitado y despedazado en 1781, muchos hombres oriundos de América lucharon y dieron su vida por mantener la identidad de sus culturas ante la dominación europea. Sin embargo fueron otros los que se llevaron el "bronce" en la independencia de las Américas: los descendientes de europeos, que amparados en las nuevas ideas encienden el proyecto de liberación y formación de nuevas nacionalidades. Ellos eran los que leían las nuevas ideas, pero la mayoría tenían motivos más pragmáticos que intelectuales para oponerse al régimen europeo.

Había como en casi todas las guerras causas económicas, no querían seguir tributando a las respectivas coronas y buscaban comerciar libremente con otras potencias que los animaban, así entendemos que la independencia norteamericana fue estimulada por España contra su enemigo secular: Inglaterra, estos a su vez apoyaron las revoluciones hispanoamericanas y brasileras contra España y Portugal respectivamente.

Nativos oprimidos engrosaron la fiesta de sangre y heroísmo por la emancipación, pero nada cambió en cuanto al sometimiento y exclusión indígena, se los siguió combatiendo, y en el mejor de los casos se los apartó de los procesos de conformaciones nacionales.

Hoy, los descendientes originarios, tratan de mantener sus tradiciones, en un contexto de interacción totalmente distorsionado, en inferioridad, con un marco de marginalidad y muchas veces desprecio, su desarrollo no puede ser sustentable, siendo progresivamente absorbidas por las culturas occidentales. Son extraños en su patria.


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